David Bowie - The Man Who Sold The World (1970)


A la tercera fue la vencida. Recordemos que anteriormente David Bowie había publicado dos álbumes homónimos, un primero realmente mediocre, entendible por la bisoñez del artista, y un segundo con el que había dado un evidente paso adelante en materia de calidad, además de contener la magistral composición titulada "Space Oddity". Sin embargo, al de Bristol le hacía falta encontrar su camino, añadir consistencia a sus obras y por fin dar rienda suelta a esa creatividad contenida en su mente.

Tony Visconti continúa con su apoyo y apuesta hacia la figura de Bowie, convencido de que había mucha materia prima que explotar. El anterior batería, Cambridge, abandonaría el barco y sería reemplazado por Woodmansey. Además, una figura clave forma parte de la gestación del disco. Sí, hablamos de Mick Ronson, mano derecha de David Bowie en la primera mitad de la década de los 70. Todos estos acontecimientos motivaron un giro sonoro que pasa del folk al glam rock crudo de ambiente oscuro.
El propio Mick Ronson lideró las sesiones de grabación iniciadas el 18 de abril de 1970, e incluso se permitía el lujo de aconsejar al propio bajista y productor Tony Visconti sobre las herramientas musicales a utilizar para llegar a un patrón sonoro más convincente. Tony se dejaba guiar sabiendo que Ronson traía consigo multitud de ideas apasionantes. Esas decisiones también fueron motivadas por una aparente despreocupación de Bowie, quien delegaba parte del trabajo en el guitarrista y bajista, involucrándolos hasta límites insospechados, de hecho, a veces trabajaban ambos en el estudio avanzando diferentes ideas musicales sin que el artista estrella estuviese presente. Esa actitud llegó a preocupar a Visconti, pues parecía que era un disco suyo en vez del siguiente paso de David. Sin embargo, el propio productor reconocía que esas ideas no habrían podido salir adelante sin el talento y la aprobación de quien pondría las voces, los textos y algunas guitarras.
Según cuentan, Visconti y Ronson tomaron las riendas en composiciones como "The Width Of A Circle", "Black Country Rock" o "She Shook Me Cold", mientras que la huella de Bowie impera en "After All", "The Supermen", "Saviour Machine" y el himno homónimo "The Man Who Sold The World".

Precisamente, el álbum se abre con la ya citada "The Width Of A Circle", una composición de algo más de ocho minutos que contiene pasajes conmovedores teñidos de negro, demostrando desde los primeros compases que el sonido había cambiado, siendo mucho más crudo y eléctrico. La guitarra de Ronson destaca por su inconfundible estilo, a la vez que el bajo de Visconti dibuja unas líneas muy marcadas y juguetonas. Mientras tanto, Bowie se muestra relajado en la tormenta eléctrica, quizás por sentirse más seguro y arropado. "All The Madmen" se erige como una de las composiciones más logradas del álbum, con una emotividad excepcional, donde hay ecos sonoros que todavía recuerdan a los anteriores trabajos por la labor de las acústicas. Pronto aparece la guitarra de Ronson, apoyada por la voz de un Bowie emocional y magnífico en la interpretación. "Black Country Rock" tampoco se queda atrás en cuanto a grandeza sonora. Aquí las baquetas de Woodmansey dejan su impronta, que unidas a las líneas de bajo del señor Visconti, crean una base rítmica tremendamente sólida. Las melodías vocales de Bowie se permiten ciertas excentricidades, mientras Mick sigue a lo suyo repartiendo riffs demoledores para la época. "After All" es tenebrosa, muy oscura, no termina de arrancar y parece un paréntesis, un descanso con minutos de calidad. La electricidad, el nervio y la grandilocuencia se recuperan en "Running Gun Blues", composición que contrasta y mucho con el aspecto visual del álbum, en la que Bowie aparece vestido de mujer. Con ello empieza la leyenda de un artista que quiere romper moldes y descolocar jugando con la androginia.
"Saviour Machine" prosigue el camino de la oscuridad en las interpretaciones vocales y la atmósfera de la misma, mientras que "She Shook Me Cold" se sumerge en terrenos psicodélicos hasta límites insospechados. 
Pero si este álbum ha cobrado una dimensión mayor, si ha ayudado a David Bowie a la hora de labrar definitivamente su carrera, además de la obvia homogeneidad del mismo, es debido al himno que precisamente aporta el título a la obra. Ese riff eléctrico tan característico fusionado con las guitarras acústicas, esa base rítmica deliciosa y unas líneas vocales excelentes desembocando en un final apocalíptico, son los detalles que han permitido que el empujón fuese todavía más notorio. 
La despedida corre a cargo de "The Supermen", un pildorazo de hard rock setentero con coros épicos y estribillos gritones.

"The Man Who Sold The World" es el punto de inflexión de una carrera, la de Bowie, plagada de momentos excelentes. Es la primer muestra de grandeza que pronosticaba lo que vendría después. No posee la creatividad que posteriormente alcanzaría David en trabajos futuros, pero es evidente que este paso previo asentó a un artista que hasta ese momento había pecado de irregularidad. El vínculo artístico con Visconti y Mick Ronson supuso el espaldarazo definitivo. 
En cualquier discografía hablaríamos de una obra maestra sin paliativos, pero Bowie fue mucho más allá gracias a su talento y a sus amistades, y eso hizo que este trabajo fuese superado después por un puñado de discos asombrosos.

Mi puntuación: 7'75

Músicos participantes en el álbum:

  • David Bowie (Voces y guitarras)
  • Mick Ronson (Guitarras)
  • Tony Visconti (Bajo)
  • Mick Woodmansey (Baterías)
  • Ralph Maze (Sintetizadores)

  • Tracklist:
    1. The Width Of A Circle
    2. All The Madmen
    3. Black Country Rock
    4. After All
    5. Running Gun Blues
    6. Saviour Machine
    7. She Shook Me Cold
    8. The Man Who Sold The World
    9. The Supermen



    Comentarios