Discografía seleccionada: Bunbury (Top 8 discos).

Nacido en Zaragoza en el año 67, el vocalista, letrista, compositor y productor Enrique Ortiz de Landázuri Izardui, mejor conocido como Bunbury, es uno de los nombres más destacados de la música española. Su influencia ha sido tan grande que, a lo largo de los años, no han cesado los reconocimientos de compañeros de profesión hacia su trabajo.
Acostumbrados a un mundo en el que el público quiere imponer a un artista lo que debe hacer con su música, el zaragozano ha escogido coger las riendas de su carrera aún a riesgo de ser rechazado. Se desvinculó de Héroes del Silencio cuando sintió la necesidad de plasmar su música por encima de las etiquetas, ha tratado de reinventarse en multitud de ocasiones, se ha paseado por encima de muchos géneros y subgéneros musicales, ha entregado obras con una calidad de sonido que es un verdadero lujo, ha recorrido por diferentes países del mundo su reconocido directo, con diferentes conceptos y temáticas, y lo que todavía quedará por salir de su cabeza.
Nadie puede negar su talento, su respeto por la profesión, sus ganas por ofrecer lanzamientos novedosos, sus ansias por buscar sonidos diferentes. Es un melómano y se nota cuando habla en las entrevistas. Es un apasionado de la música porque el tono que emplea así lo anuncia. Curiosamente, y a pesar de ser uno de los artistas más internacionales que tiene España, en muchos países se preguntan cómo es posible que desde aquí no se haya reivindicado con más fuerza la figura de un músico incansable en constante búsqueda. No hay una respuesta concreta para ello, aunque sí resulta paradójico que ciertos aspectos de su carrera que han sido criticados en él sí se aplaudan en artistas anglosajones. Yo creo que, por evidentes problemas políticos, históricos y culturales, España nunca estuvo -ni está- preparado para la música con sustancia, de calidad, con contenido, y sin importar el estilo. Son muchos artistas los que hacen maravillosos discos a día de hoy, como ya los hubo en su momento, pero este país tiene alergia a todo aquello que no se lo metan en vena por las emisoras o las televisiones.


8. Radical Sonora (1997)


El debut en solitario de Bunbury trastocó los planes de algunos de sus seguidores, los cuales creían que, tras abandonar Héroes del Silencio, proseguiría su camino pero con una propuesta similar. Se equivocaron. Que se cortara el pelo fue una declaración de intenciones y un acto con mucho significado, pero la mayor novedad residía en que su primer paso en solitario sería con un álbum de rock industrial fusionado con sonidos árabes. Radical Sonora fue grabado en los Sallery Studios (Inglaterra) y producido por Phil Manzanera, quien ya había trabajado con Héroes. La producción es magistral y con muchísimo detalle, pero el resultado final no fue tan del agrado del músico, ya que quería que predominase la influencia árabe por encima de la electrónica, y sucedió lo contrario. Más adelante, con el lanzamiento del directo Pequeño Cabaret Ambulante, demostró que varias de las canciones crecerían con otro enfoque. Precisamente por esto, Bunbury comenzaría a producir él mismo sus discos para así tener un control total sobre ellos. En cuanto a las canciones en sí, algunas de ellas reflejan en sus textos el deseo de no ser esclavo de su pasado ("Big Bang", "Contracorriente") y así poder mirar hacia adelante. También existen odas a mujeres desde diferentes perspectivas ("Encadenados", "Salomé", "Nueve"), cortes más introspectivos ("Despacio", "Alfa"), y otros temas que podrían recordar su pasado musical si tuviesen un tratamiento más convencional ("Polen", "Servidor de nadie"). De entre todas las canciones, "Alicia (Expulsada al país de las maravillas)" fue la que más recorrido ha tenido en el tiempo. Se ha convertido en un clásico gracias a sus textos y a sus cuidadas melodías, y por eso no falla en los directos. Enrique acostumbra a adaptarla en sonido dependiendo del carácter de cada gira que lleve a cabo. Radical Sonora es un disco valiente, arriesgado, y con un trabajo detrás espeluznante. A excepción del guitarrista Alan Boguslavsky, el resto formaría parte de su banda de acompañamiento, "El Huracán Ambulante".   

7. El Viaje a Ninguna Parte (2004)


El cuarto trabajo de estudio del aragonés se publicó en formato doble, fruto de la creatividad y la facilidad que tenía Enrique en ese momento para escribir canciones, el cual cogió su mochila e inició un viaje por diferentes puntos de América Latina como Nicaragua y Perú. Su idea era recoger en los textos todo lo que veía o hacía, con jornadas en las que llegaba a escribir más de una canción. También visitó a su Zaragoza natal y la localidad de Cambrils, ambas importantes para él por diferentes motivos. Todas esas visitas, unidas a su interés por la música latinoamericana, empaparon la sonoridad de un disco que él mismo produjo, aunque teniendo claro que esta vez el resultado final tendría que ser crudo y áspero. Para ello se encerró varios meses en el estudio Musiclan de Girona, al que se trasladó de forma permanente para estar en todo momento pegado a sus canciones. Con la ayuda de "El Huracán Ambulante", fue dando forma a una serie de composiciones donde lo más importante era que sonasen sin demasiados artificios y más artesanales, con sus virtudes y defectos; a pesar de la importancia que Bunbury le da al sonido. Así pues, estamos ante un álbum de baja fidelidad en el que la interpretación vocal de Enrique se torna variada y en estados muy distintos, en el que tan pronto se grababa por la mañana como por la noche, y eso es algo que se nota en la voz, precisamente lo que pretendía resaltar. El resultado final nos deja un disco algo excesivo que quizás funcionaría mejor si fuese sencillo. En la primera parte hay composiciones excepcionales como la beatleliana y convencional "El rescate", la reivindicativa "Los restos del naufragio", una balada de blues desesperado como "Carmen Jones", la arrebatadora "La chica triste que te hacía reír" o la rockera "Anidando liendres". La segunda parte es, quizá, la más ecléctica. Ahí encontramos el jazz de aire latino "Una canción triste", historias de bares en "La pulpería de Lucita", la excelsa "Trinidad", una historia fascinante en "La señorita hermafrodita", o la acústica y sentida "Canto (El mismo dolor)".  

6. Palosanto (2013)


Tras un álbum de versiones como homenaje a la música latina, Bunbury cierra un ciclo para así iniciar otro distinto con Palosanto. Grabado en el Phanton Vox de Los Ángeles (Estados Unidos) y producido por el propio artista, la nueva propuesta presenta algunas diferencias sustanciales que conviene subrayar. Para empezar, la sonoridad varía para enfocar el pop y el rock desde una perspectiva contemporánea sin perder su esencia, y todo ello con una producción compleja y lujosa que hace que en cada escucha descubras detalles nuevos. La distribución de las canciones, como es habitual en Enrique, sigue un orden estratégico que a su vez está sobre todo pensado para el formato vinilo. La primera parte del mismo presenta una serie de composiciones con temática social donde se refleja la necesidad de un cambio, pero que también aborda las diferentes perspectivas que la gente tiene sobre el hastío con nuestros gobernantes. "Despierta" posee un inicio abrumador y conecta con la esperanzadora "Más alto que nosotros solo el cielo". Por su parte, "Prisioneros" y "Salvavidas", siendo tranquilas, dicen mucho más de lo que parece y, entre medias, "Los inmortales", probablemente la canción más lograda del disco. "Destrucción masiva" sorprende por su virulencia y sonoridad, mientras la que le sucede, "El cambio y la celebración", desacelera y se muestra más amable en el mensaje. La segunda parte se vuelve más intimista y, aunque pierde con respecto a la primera, presenta joyas como "Hijo de Cortés", en la que sospecho denuncia las generalizaciones varias tan recurrentes hoy en día; o "Plano secuencia", tan delicada y hábil en los textos, tan sofisticada en su instrumentación, y con un potencial fantástico que la convierte en una de las tapadas de la obra. Títulos como "Causalidades" (sí, así es su título) o "Todo", ésta última con una sonoridad postapocalíptica absolutamente conmovedora, sirven como ejemplo para definir una segunda parte que, como decía, es más recatada en los textos y menos llamativa en su instrumentación.

5. Hellville De Luxe (2008)


Grabado en el estudio Musiclan de Girona y producido por Bunbury y Phil Manzanera, Hellville de Luxe es un álbum rompedor por su contexto y por lo que significó. Para empezar, la banda que acompaña a Bunbury ya no es "El Huracán Ambulante", sino que se trata de "Los Santos Inocentes", con una serie de músicos que conforman una alineación más convencional y enfocada al rock. Cansado de su anterior etapa en la que se recorrió multitud de países de América, Enrique decide dar carpetazo a su etapa latina, aunque más tarde vendría un disco de versiones homenajeando a la propia América Latina que el propio artista señaló debería haber llegado tras El Viaje a Ninguna Parte. Lo que nos ofrece en este álbum son diferentes vertientes de rock con raíces norteamericanas, algo que queda absolutamente claro desde la inicial "Soy el hombre delgado que no flaqueará jamás", una composición trepidante con fraseos que quitan el respiro. Esa efervescencia a base de riffs la encontramos también en "Bujías para el dolor", de una vitalidad aplastante y con aportes de hammond y rhodes muy interesantes a cargo de Jorge Rebenaque. "Hay muy poca gente" contiene unas guitarras que por momentos recuerda al "Heroes" de Bowie. Las melodías vocales son muy atractivas, lo que la convierte en una de las canciones estrella del álbum. Con un tempo más sosegado destacan "Porque las cosas cambian", por su vistoso vestido sonoro y sus textos, y "El porqué de tus silencios", una maravilla muy bien empastada y con detalles preciosos de guitarras y teclados. "Todos lo haremos mejor en el futuro" recuerda a Tom Waits por su sonido y voces, aunque no termina de cuajar del todo. "Canción Cruel", en clave folk, se erige como una de las tapadas del álbum, al igual que la composición final titulada "Aquí". En Hellville de Luxe, Enrique no busca la experimentación, sino ofrecer su particular visión del rock y el folk norteamericano. A pesar de debutar con una nueva banda de acompañamiento, se aprecia que el puzzle encaja y sale muy airoso del envite.

4. Expectativas (2017)


El regreso de Enrique Bunbury tras cuatro años sin publicaciones de estudio con canciones inéditas no podría haber sido mejor. Expectativas debió salir bastante antes, pero la grabación de MTV Unplugged: El Libro de las Mutaciones paralizó el álbum, aunque ello le permitió dar una vuelta de tuerca a las canciones para acabar potenciándolas y ofrecer así un mejor tratamiento a las mismas. Se trata de una evolución lógica de Palosanto, es decir, una combinación equilibrada entre elementos analógicos y digitales, con una producción soberbia a cargo del propio Enrique. Además, pule las aristas de aquel y reduce el minutaje para acabar sorprendiendo con una obra redonda y sofisticada, con unos textos mordaces y directos. Una de las novedades más celebradas es la inclusión del saxofonista Santi del Campo a la banda de acompañamiento, aportando su destreza desde ese inicio majestuoso titulado "La ceremonia de la confusión", con elemento electrónicos que no estorban, textos interesantes y un sonido que no está al alcance de muchos. Parece beber del Blackstar de David Bowie. "La actitud correcta" recuerda un poco a los Queens Of The Stone Age, tratándose de un rock estiloso que mira hacia el pasado musical con la perspectiva de hoy. La excelente "Cuna de Caín" tiene madera de himno, al igual que "En Bandeja de plata", ambas preciosistas y detallistas, siendo esta última la más directa en los textos. Podíamos decir que la primera parte termina en "Parecemos tontos", una balada muy bien arreglada y con un mensaje nuevamente esclarecedor. "Lugares comunes, frases hechas" es tremendamente melódica, contrastando con una más contenida "Al filo de un cuchillo". "Bartleby (Mis dominios)", contiene unos textos más individualistas y muy bien acompañados por la instrumentación, algo que también ocurre con la excelente de elementos jazz "Mi libertad". Para el final, la preciosa balada "La constante", la cual no encaja en el contexto global debido a sus hermosos textos, aunque sí por su tratamiento sonoro, y "Supongo", de atmósfera lúgubre y cortante, completan un álbum que se sitúa entre lo mejor del artista zaragozano.

3. Las Consecuencias (2010)


Grabado a caballo entre el Musiclan de Girona y el Paco Loco Estudio de Cádiz, Las Consecuencias prosigue con la investigación de la música de raíces norteamericanas, aunque a diferencia de Hellville de Luxe, la propuesta es menos eléctrica y más acústica, inclinándose mucho más hacia el folk. El álbum es sombrío y desgarrador en los textos, pero se compensa con una instrumentación sumamente bella que hace que el resultado final no sea tan oscuro. Tal y como ha hecho en algunas ocasiones, las composiciones poseen un orden estratégico pensado sobre todo para el formato vinilo, y así lo refleja también en el cd, donde en la parte trasera resalta la división para saber cuándo empieza la cara a, y cuando la b. Así, el álbum se abre con "Las consecuencias (Asustar un poco)", siendo ésta acústica, reposada y con grandes dosis de realismo, enlazando a su vez con "Ella me dijo que no", en el que los arreglos de cuerda sobresalen por su belleza y delicadeza. A continuación, Bunbury vuelve a hacer referencia a la figura de "El boxeador" como metáfora a la hora de encajar los golpes que da la vida. "Frente a frente" es una preciosa versión del clásico de Manuel Alejandro que popularizó Jeanette y, aunque pocas veces sucede, ésta parece más cuidada y preciosista que aquella. Cuenta con la colaboración de la voz femenina de Miren Iza. Con "21 de octubre" llegamos al final de la primera mitad, siendo ésta una composición acústica, reposada, pero con textos que se clavan como dagas en el corazón. El inicio de la segunda parte corre a cargo de la magistral "Lo que más te gustó de mí", con exhibición de acordeones, guitarras y, una instrumentación y melodías que, al fin y al cabo, vuelven a mirar al mediterráneo como ya había hecho el aragonés en su pasado, aunque en un contexto diferente. "Los habitantes" es musculoso rock de grandilocuentes melodías, incendiarias guitarras eléctricas y magistrales solos, una dosis de energía extra para afrontar el final con la brutal "Es hora de hablar", con un aumento de intensidad apoteósico según avanzan los minutos; "De todo el mundo", contenedora de unas melodías vocales preciosas; y "Nunca se convence del todo a nadie de nada", de solemne nocturnidad y elegante instrumentación. Desde luego, Las Consecuencias es uno de los mejores trabajos de Enrique.    

2. Flamingos (2002)


Grabado en el habitual estudio Musiclan de Girona, Flamingos se mueve por diferentes sonidos, logrando así un álbum diverso pero canalizado hacia el rock desde varias perspectivas, bajo una producción barroca y lujosa a cargo del propio Bunbury. Desde la portada se recurre a la metáfora del boxeador, algo que también utilizaría más adelante a la hora de hablar de las circunstancias de la vida y, en torno a ello, habrá diferentes referencias en un disco que se abre con "El club de los imposibles", donde sale a relucir el sonido de los Stones y la big band de Bruce Springsteen. Sin bajar la guardia aparece "Sí", una formidable revisión del grupo Umpah-Pah. "Contar contigo" recuerda en sonoridad a Radical Sonora, mientras "Sácame de aquí" posee un envoltorio más elegante y sofisticado, muy del gusto del autor. "Enganchado a ti" mantiene el disco en la cumbre, pero "Lady Blue" lo eleva a los cielos gracias a sus melodías pop, su espectacular sonido, y sus evidentes referencias a Bowie. "San Cosme y San Damián" sorprende por sus adornos electrónicos y ese sitar eléctrico con el que se van esparciendo melodías. El estribillo es bello, frágil y atacado con un sugerente falsete. "Un bastón para el corazón" es un interludio a modo de pausa para afrontar una segunda mitad más exótica que se inicia con "No se fíe", una especie de tango fusionado con aires balcánicos y rock en el que colabora Jaime Urrutia; "Ciudad de bajas pasiones", donde se relata una historia propia del artista y su banda; la decadente "One Two Three", un lujo por la instrumentación aunque no tanto por las melodías vocales; "Hoy no estoy para nadie" y sus dosis de psicodelia o, "Mundo Feliz", de mensaje hiriente y ambiente sombrío. No me olvido de "Hermosos y malditos", aunque su sonoridad está más cercana al de la primera parte del álbum, con una base rítmica deslumbrante y detalles sonoros lujosos. Para cerrar el álbum, el vals "Y al final...", uno de los cortes que más tiempo ha permanecido en su repertorio de directo y por la que parece estar muy orgulloso. Pocos álbumes pueden competir en sonido y detalles varios con Flamingos. 

1. Pequeño (1999)


Pequeño, título corto que dice muchas cosas. Radical Sonora fue el primer paso de Enrique Bunbury en solitario, pero parte de lo que es hoy como artista se lo debe a este arriesgado trabajo, cuidado hasta el mínimo detalle, y que nadie sospechaba que acabaría realizando. Supuso su liberación total como artista, un todo o nada que se jugó a una carta, y ganó. A partir de aquí, se le empezó a valorar como solista y no solamente por haber sido miembro de Héroes del Silencio. Grabado entre Málaga, Zaragoza y Londres y, producido por el propio Enrique, estamos ante un trabajo que mira directamente a los sonidos mediterráneos. Aquí hay música española, árabe, balcánica...pero también a latinoamericana, y para plasmarla reúne a varios de los músicos que lo acompañaron en su anterior obra y forma "El Huracán Ambulante", su banda de acompañamiento durante unos cuantos años. El álbum está dividido en tres partes llamadas "pequeño", "cabaret" y "ambulante", cada una con un bloque de cuatro canciones que no obedecen al orden del tracklist. El primer bloque se compone por composiciones con un lado más amable y pop en el que encontramos "Algo en común", donde ya se atisban unos textos más humanos y una interpretación vocal menos exagerada; "Sólo si me perdonas", un pop sofisticado de aire mediterráneo, melódico y excelentemente ejecutado; "El viento a favor", una preciosa balada con toques electrónicos y bellos estribillos, y "¿Dudar?, quizás", con elementos árabes en una instrumentación que quita el sentido. El bloque "cabaret" contiene "Infinito", uno de sus hit por excelencia; "Lejos de la tristeza", de fabuloso estribillo y desarrollo central fascinante; la célebre "De mayor" con su extraordinario mensaje y "Bailando con el enemigo", pop sosegado de elementos jazz en el que se aprecian algunas de las voces que Amaral hizo en el álbum. En el último bloque, "ambulante", se incluyen "El extranjero", de aire balcánico y que fue el primer sencillo del álbum; "Demasiado tarde", un compendio de diferentes elementos sonoros muy bien fusionados; "Robinson", la cual posee una fría atmósfera y ciertos rugidos de guitarra, y por último, "Contradictorio", otro claro ejemplo de lo que Bunbury quería entregar: fusión de diversos estilos enfocados desde una perspectiva mediterránea, en este caso contando con grandes ejercicios de guitarra y buenos aportes de hammond. Probablemente, su obra cumbre por importancia, contexto y calidad. 



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