David Bowie - Blackstar (2016)


Llevaba un tiempo sin publicar absolutamente nada, no por falta de interés, sino por diversas circunstancias que me han mantenido al margen. Ya tenía en mente hacer una reseña del álbum que nos ocupa una vez lo hubiese asimilado por completo, pero tras el fallecimiento de David Bowie consideré que era mejor esperar y dejar que el paso de los días dictasen el mejor momento para hacerlo.
Si algo ha cambiado con respecto al intervalo de días entre su publicación y el fallecimiento del artista es la perspectiva y el significado de tan magna obra. No es que el repentino suceso le confiera un mayor interés, que también, sino que las incógnitas que había alrededor de Blackstar se fueron despejando al mismo tiempo que Bowie nos dejaba.

El talento innato de David nos regala un último trabajo que aún procediendo de un auténtico camaleón del sonido, impacta. Que esto suceda en su vigésimo quinto álbum es cuanto menos plausible, sobre todo tras unos últimos quince años en los que el artista se prodigó más bien poco en el mercado con tan sólo cuatro álbumes, pero es evidente que su carrera termina en la cima, tras ciertos titubeos en la década de los 90.

Blackstar recupera la senda más experimental del músico, con una pupila apuntando hacia el pasado, y la otra hacia un horizonte donde se puede leer la palabra evolución. Ese horizonte es su carrera, que al final ha llegado a su fin antes de lo esperado. David Bowie se sumerge en la música de vocación jazz, entendido desde su propia perspectiva, y que él se encarga de interpretar mientras se deja arropar por una lista de músicos de intachable ejecución. Bowie llora, grita y se desespera, algo que tras su fallecimiento encajó en un contexto perfecto, haciendo de la angustia, de la llamada de la muerte, una obra de arte de hercúleas proporciones.
Todo ello se resume perfectamente en la composición que da título al disco. Casi 10 minutos de música conmovedora, de oscura ambientación y milimétrica base rítmica. Entre lo espeluznante y lo desesperante, el artista se maneja como un auténtico experto de la interpretación, con textos que parecen dejar constancia de su funesto destino. Los solos de saxofón se suceden y, llegando a uno de los instantes más tétricos, nos aborda con una parte central más luminosa y sinfónica que a más de uno le ha podido haber arrancado alguna lágrima. Me incluyo, y no es para menos. De aquí hasta el final, una autopista hacia el cielo aderezada con pequeños aportes de flauta en los instantes finales.

"Tis a Pity She Was A Whore" acrecienta el ritmo del disco, con una base rítmica potente y machacona, donde unos sensuales y a la vez histéricos saxofones son los encargados de brillar con luz propia. Los teclados y pianos aportan ese aplomo necesario, incluso en los momentos en que Bowie nos escupe sus textos por medio de una interpretación vocal sublime. 
Mención aparte y merecida para "Lazarus", una composición que a mi parecer modificó su significado tras apagarse la vida de David, haciéndola todavía más contundente y reveladora. Puede que sea la composición más redonda del álbum, que la interpretación sea la más intensa de todas las aquí encontradas, y todo ello en un ejercicio algo más convencional y menos experimental, donde el dramatismo por un lado, y el rock y el jazz por el otro, se abrazan hasta el final para elevar todavía más la leyenda del gran Duque Blanco.

Bajo mi punto de vista, "Sue (Or In A Season of Crime)" resulta ser una pieza algo más progresiva, en parte por esa base rítmica tan revoltosa y por sus geniales guitarrazos. Más rock y menos jazz, aunque igualmente impactante por su ambientación y por las voces "espaciales" de Bowie. 
Si tenemos que hablar de algún tema con carácter comercial en el disco, creo que "Girl Loves Me" es la respuesta. Las melodías vocales resultan atractivas y atrayentes, siendo quizás el motivo por el cual es posible que el oyente pueda asimilarla bien desde la primera escucha. Curiosamente, parte de la letra está escrita en "Nadsat", lenguaje ficticio de "La Naranja Mecánica".

Le llega el turno a "Dollar Days", iniciada con unos sugerentes pianos iniciales, a lo que le sigue una puntual aportación del saxofón. Las voces son algo más contenidas y menos exageradas, casi con carácter inocente e incluso como presas del pánico. Las guitarras acústicas están muy presentes. El solo de saxo es fabuloso. 
Para el cierre de Blackstar se ha optado por "I Can't Give Everything Away", cuyos textos son desgarradores si los situamos en su contexto, teniendo en cuenta lo sucedido pocos días después. Orquestal, algo más suave e inofensiva, pero interpretada con suma elegancia.

Blackstar es el broche final a una carrera plagada de éxitos más que merecidos. Si algo he valorado y mucho en un artista, es sin duda su capacidad para reinventarse, y eso Bowie, gustara más o menos, lo ha sabido hacer en todas las décadas por las que su talento se ha paseado. Todavía es más sorprendente mantener tu grandeza sin vivir de rentas, levantarte tras tus momentos más bajos y llegar a tus últimos días de vida con una entereza que impacta. Tal es así que a pesar de que es muy complejo valorar toda su obra por lo ecléctico de sus propuestas, Blackstar es para mí lo mejor que ha parido desde aquel extraordinario Scary Monsters (And Super Creeps). 
Hasta siempre David, tu estrella jamás se apagará, pues permanecerá encendida por el talento y la calidad de tus composiciones.   

Mi puntuación: 8'5

Músicos participantes en Blackstar:
  • David Bowie (Voces, guitarras acústicas y guitarras eléctricas en "Lazarus")
  • Ben Monder (Guitarras)
  • Tim Lefebvre (Bajo)
  • Mark Guiliana (Baterías y percusión)
  • James Murphy (Percusión en "Sue (Or In A Season Of Crime)" y "Girl Loves Me")
  • Jason Lindner (Piano, órgano y teclados)
  • Dony McCaslin (Saxofón, flauta, y diversos instrumentos de viento madera)
  • Tony Visconti (Instrumentos de cuerda en "Blackstar")
  • Erin Tonkon (Coros en "Tis A Pity She Was A Whore")
Tracklist:
  1. Blackstar
  2. Tis a Pity She Was A Whore
  3. Lazarus
  4. Sue (Or In A Season of Crime)
  5. Girl Loves Me
  6. Dollar Days
  7. I Can't Give Everything Away
         

         

Comentarios

JLO ha dicho que…
es que sin dudas estamos ante uno de los mas grandes, desde cualquier optica que lo veas... y este testament último no lo es menos con la leyenda... a mi me asombró que sabiendo que es su última cosa haga algo tan entero como ésto y no sea para nada comercial....
Richyhim ha dicho que…
Su pérdida es irreparable, pero nos ha dejado una gran cantidad de obras que ahora mismo cobran una nueva dimensión. Este disco es hoy mucho más valioso, porque en él Bowie se anticipa a su muerte para hacer de ella una obra de arte.
Diego ha dicho que…
A mi juicio Blackstar es una verdadera obra maestra de uno de los más grandes músicos de la segunda mitad del siglo XX, habiendo escuchado con minuciosidad cada una de las canciones, es un disco de 10 puntos, uno de los mejores de toda su carrera. Muchas veces la música poco o nada comercial es la que logra mejores resultados a nivel artístico, porque se trabaja con moldes y estructuras poco convencionales que le otorgan mayor riqueza a la música.
No es posible que no vea reseñas de los álbumes de Peter Hammill, otro de los más grandes.
La música y la forma de cantar e interpretar de Peter fue esencial para David Bowie, el mismo lo reconoció públicamente. Esto se puede reconocer en la forma de interpretar (teatral) y con un alto grado de emoción e intensidad en el canto, características que forman, básicamente, el legado de Hammill y que Bowie se encargó de "difundir" aún más.
Sobre estos dos monstruos se podría hablar largo y tendido pero ambos comparten otra característica muy especial: crearon la mayoría de sus obras maestras en los `70.
El "problema" con Hammill es que es un artista que siempre fue por su propio camino y que nunca quiso crear trabajos un poco comerciales, no estaba en su naturaleza ni tampoco en su personalidad. Un equilibrio entre entretenimiento y arte serio, profundo y personal hubiese logrado que su figura, tal como Bowie, cale hondo tanto en los melómanos como en las masas.